Si bien la celebración de un día de la educación ambiental es una oportunidad para recordarnos la importancia de proteger el ambiente con el fin de asegurar nuestra permanencia en la Tierra, es más importante adquirir conciencia de que debemos cuidar el lugar donde vivimos con acciones concretas a nivel mundial, nacional, local, familiar y personal.
El Día Mundial de la Educación Ambiental se instituyó durante el Seminario Internacional de Educación Ambiental, acontecido en Belgrado del 13 al 22 de octubre de 1975, donde se eligió el día 26 de enero para su celebración. En dicho seminario también se emitió la Carta de Belgrado. Se trata de un documento con carácter internacional que incluye las directrices, objetivos y metas por alcanzar en materia de educación ambiental.
Nadie está exento del deber y responsabilidad que implica vivir en nuestro planeta, las acciones negativas se suman y en la actualidad el daño que provocamos al ambiente sigue en aumento, basta con consultar los siguientes datos:
“La emergencia medioambiental está dada, y es cuestión de cada ser humano iniciar con la ayuda al planeta, el cual también albergará a las nuevas generaciones de seres vivos.
Estos 3 enemigos son el cambio climático, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad. Los tres significan la mayor amenaza para la existencia de la humanidad, según la ONU”.
“Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que 24% de la carga mundial de enfermedad y 23% de todas las defunciones pueden atribuirse a factores relacionados con el ambiente. En los países en desarrollo el porcentaje de mortalidad atribuible a causas ambientales es de 25% y, en los desarrollados, de 17%. La contaminación del aire es uno de los riesgos ambientales más importantes para la salud.”
No obstante, también las acciones positivas se suman y se prevé que son capaces de detener y en su momento revertir el daño ambiental.
Es una opinión generalizada que la educación ambiental es un proceso continuo y permanente, debido a que se trata de la creación de conciencia y ello ocurre con el tiempo. Como docente se puede tomar este día como punto de partida de acciones educativas que, sumadas a lo largo de periodos de tiempo determinados, lleven a nuestros alumnos a adquirir una actitud de respeto y cuidado del ecosistema que habitan.
Estas acciones no deben ser la repetición de “recomendaciones” generalizadas. Los alumnos deben identificar los problemas ambientales que impactan directamente a su comunidad, plantear soluciones que los involucren a ellos, a su familia y a los miembros de su comunidad. Las soluciones deben ponerse en práctica y hacer un seguimiento de sus beneficios.
Probablemente lo que cueste más trabajo es la continuidad, los propios alumnos deben buscar y hacer propuestas de cómo pueden hacer que sus soluciones permanezcan en acción después de los ciclos escolares y de ser posible que se trasladen a otras comunidades.
La educación ambiental no es asunto de un año lectivo o una asignatura en especial, se trata de un esfuerzo y una actitud que incluye a todos, niños, niñas, adolescentes y adultos, es por ello que la educación ambiental es una preparación para la vida, es la búsqueda de vivir bien. Si nuestro ambiente está bien, nosotros estaremos bien.
Según la Carta de Belgrado los objetivos de la Educación Ambiental son:
1. Toma de conciencia. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que adquieran mayor sensibilidad y conciencia del medio ambiente en general y de los problemas.
2. Conocimientos. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir una comprensión básica del medio ambiente en su totalidad, de los problemas conexos y de la presencia y función de la humanidad en él, lo que entraña una responsabilidad crítica.
3. Actitudes. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir valores sociales y un profundo interés por el medio ambiente que los impulse a participar activamente en su protección y mejoramiento.
4. Aptitudes. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a adquirir las aptitudes necesarias para resolver los problemas ambientales.
5. Capacidad de evaluación. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a evaluar las medidas y los programas de educación ambiental en función de los factores ecológicos, políticos, sociales, estéticos y educativos.
6. Participación. Ayudar a las personas y a los grupos sociales a que desarrollen su sentido de responsabilidad y a que tomen conciencia de la urgente necesidad de prestar atención a los problemas del medio ambiente, para asegurar que se adopten medidas adecuadas al respecto.
Con base en los objetivos de la educación ambiental, en lo que atañe a la escuela, la educación ambiental puede ser vista y abordada con actividades lúdicas y recreativas adaptadas a la edad y desarrollo cognitivo de los alumnos. La mejor manera de que los estudiantes adopten el problema ambiental como algo suyo en el que pueden intervenir, es poner a su disposición programas educativos atractivos, con seminarios, charlas, actividades prácticas con temas como: la contaminación, la emisión de gases, el consumo energético, el reciclaje, el aprovechamiento del agua, y otros que sean de su interés.
Al final, lo importante es razonar con ellos sobre cuáles son los problemas ambientales que les afectan y conducirlos a buscar formas en las que pueden colaborar para cambiar las condiciones del deterioro ambiental.
Debido a lo anterior y aunque el Día Mundial de la Educación Ambiental no es reconocido como un día de celebración internacional por las Naciones Unidas, si es una oportunidad para que personas e instituciones tomemos conciencia y acción. Es una oportunidad para que estudiantes y sus profesores aborden el tema como un asunto tan serio que de él depende la vida y permanencia de su generación y de las próximas.
Estimados maestros y maestras, que tengan un provechoso Día Mundial de la Educación ambiental.
Fuente original: redmagisterial.com.