Del Neolítico a la ciencia anti Covid-19: la historia de las mujeres
En este 8 de marzo de 2021 deseamos inspirar a nuestros lectores a reflexionar sobre el apoyo que nuestras niñas y jóvenes necesitan para desarrollar su pleno potencial.

Las mujeres han desempeñado roles imprescindibles y fascinantes en la historia humana. Tradicionalmente, en el estudio del neolítico, se atribuye a las pacientes e ingeniosas mujeres el descubrimiento de la agricultura. Fueron ellas quienes se ocupaban de recoger frutos, granos y raíces, así descubrieron que, si un grano caía a la tierra, germinaba y daba origen a una planta.
A partir de este descubrimiento se llevó a cabo la domesticación de plantas y animales, un destacable crecimiento poblacional, una tendencia a la sedentarización de las comunidades, un cambio de mentalidad que favoreció la previsión y la creación de territorios estables, así como la aparición de reservas y almacenes, controlando el abastecimiento de alimentos.
Desde este control de la naturaleza también se explican los orígenes de la civilización.
Con estas consideraciones es un hecho aceptado en el estudio de la historia que las mujeres encabezaron la revolución agraria del Neolítico y, con ella, el nacimiento de la civilización como la conocemos: asentamientos estables donde los seres humanos nacían, aprendían unos de otros y transmitían sus conocimientos a la posteridad.
De este hecho se derivaron varios milenios de oro en la vida de la mujer, de lo cual dejaron testimonio las manifestaciones artísticas e incluso el pensamiento mágico que atribuía a la mujer el papel de símbolo de la fertilidad, guardiana del fuego y de otras múltiples concepciones que les asignó la sociedad en que vivían.

Pero, según coinciden los especialistas, algo sucedió en la Edad de Bronce que hizo perder a las mujeres su papel protagónico en la sociedad. Existe una teoría, según la cual, el crecimiento poblacional hizo necesario el uso de una mayor fuerza física para desbrozar los amplios terrenos cultivables y con esto, llegó el involucramiento del hombre en la agricultura que había sido dominio de la mujer, lo que condujo a la pérdida de sus privilegios y, más tarde, de los derechos que anteriormente la sociedad le había otorgado.
De ese modo, según creen los historiadores, se produjo la estructura patriarcal que caracterizará a la cultura desde 2 200 a.C. hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando surgieron las reivindicaciones feministas encabezadas por Olympe de Gouges, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Emmeline Pankhurst y Simone de Beauvoir; cada una de ellas encabezaron movimientos que tenían demandas concretas.