Por décadas, se ha considerado que jugar en línea es una práctica apenas equivalente a una manera de matar el tiempo, sin utilidad real para los usuarios de los juegos, e incluso se han alzado voces que denuncian alteraciones en el funcionamiento cerebral que pueden desembocar en diversos tipos de epilepsias.
Sin embargo, en los últimos años, los expertos han estado investigando el fenómeno del surgimiento de generaciones enteras de jugadores virtuosos, a los que también se conoce como gamers. Una diseñadora de juegos en línea, Jane McGonigal, durante la conferencia titulada “Jugar puede hacer un mundo mejor”, señala que en el mundo se invierten tres mil millones de horas semanalmente jugando online y cita investigaciones de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Pennsylvania, en las que se demostró que un joven promedio, que viva en un país en el que exista una fuerte cultura de juegos, habrá jugado durante 10 mil horas al cumplir los 21 años. La diseñadora señala que este dato es crucial, porque es prácticamente el mismo número de horas que pasarán en la escuela los niños desde el quinto grado de primaria hasta concluir la preparatoria… si tienen asistencia perfecta. Esto arroja un hecho sorprendente, nos dice McGonigal: “tenemos en marcha un camino educativo paralelo, en el cual los niños y jóvenes aprenden lo que se necesita para ser un buen jugador”.
Las preguntas que se están haciendo los investigadores son:
¿Qué están aprendiendo los niños en este camino educativo paralelo?
¿Cuáles son esas cualidades que los convierten en buenos jugadores, e incluso, en jugadores virtuosos?
Las respuestas que se obtienen son asombrosas. Según McGonigal, los jugadores en línea están aprendiendo optimismo, pues las grandes hazañas que desarrollan en los juegos son generalmente batallas con misiones épicas y aprenden que son capaces de enfrentarlas. También están aprendiendo a ser buenos colaboradores en el trabajo en equipo, pues durante el juego se forman de manera casi espontánea grupos que trabajan en conjunto, combinando las habilidades y los recursos de los individuos para lograr la victoria en las misiones que han decidido afrontar. ¿Y qué decir de la perseverancia que se requiere para lograr estas hazañas? Los jugadores se empeñan en lograr sus objetivos con una determinación que es muy específica de esta actividad. A la par de la perseverancia, niños y jóvenes aumentan su capacidad para automotivarse y mantener esa motivación.
Recientemente, João Carlos Alchieri y Alessandra Cristina Vieira de Araújo, dos investigadores brasileños, mediante el trabajo titulado “Estudio sobre la memoria operativa en niños usuarios y no usuarios de juegos electrónicos del nordeste de Brasil”, aplicado a niños de entre 6 y 12 años, establecieron que los niños que juegan tienen una memoria gráfica superior a la de los no jugadores. En nuestra sociedad, se ha vuelto indispensable la capacidad de interpretar el componente visual de la cultura y de dominar el uso de múltiples interfaces, que están presentes en prácticamente cualquier actividad, desde enviar un correo electrónico hasta algo tan elemental como llamar por teléfono usando un dispositivo móvil. En estas condiciones, el desarrollo de la memoria gráfica puede ser la diferencia entre una carrera exitosa y otra que no lo es tanto.
Félix Etxeberria Balerdi, de la Universidad del País Vasco, sostiene que: “Por una parte, hay que tener en cuenta la gran afinidad que existe entre los valores, actitudes y comportamientos que promueven los videojuegos y los que son imperantes en nuestra sociedad actual. Por otra parte, desde el punto de vista del aprendizaje, hay que tener en cuenta que los videojuegos cumplen muchos de los requisitos que una eficaz enseñanza debe contemplar, y en muchos casos lo hacen mejor incluso que nuestros actuales sistemas educativos”.
En resumen, jugar está cambiando la manera como los niños y jóvenes están aprendiendo. También está revolucionando las cualidades de las nuevas generaciones, creando hombres y mujeres con una inteligencia emocional superior. Millones de gamers se unirán a la vida productiva con cualidades como la perseverancia y la capacidad de automotivación; sabrán colaborar, tendrán optimismo y serán dueños de una poderosa memoria de los componentes gráficos que les rodean.
¿Y cómo serán estos niños y jóvenes? ¿Qué pensarán? ¿Cuáles serán sus preocupaciones? ¿Qué harán con su tiempo? Thomas Suarez, un desarrollador de apps para celulares, de sólo 12 años de edad, nos da algunas respuestas a esas preguntas.
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