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Hacer reír en el aula: un asunto muy serio

“Pero ¿por qué tengo que ir? ¡La escuela no es divertida! ” Es la queja de un pequeño de 6 años ante la idea de ir a un día más de clases. Le habían dicho que la escuela sería un lugar muy divertido, pero en la experiencia que había logrado ya a su corta edad comprobó que no era así.



La docencia es un oficio serio, conlleva la responsabilidad de educar a nuevas generaciones, transmitirles conocimiento, desarrollar en ellos las habilidades y valores que necesitan para integrarse al mercado laboral y ser miembros útiles de la sociedad. Sin embargo, usualmente los maestros que más recordamos son aquellos que nos retaron o convirtieron la experiencia educativa en algo divertido. Así inicia Sofía García-Bullé, colaboradora del Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey, su artículo sobre la comedia en la enseñanza.


Hay investigaciones que asocian el disfrute con la adquisición de aprendizajes significativos. Es por eso que los maestros en todo el mundo tratan de acudir al humor para lograr que sus alumnos consigan inspiración y diversión; el fin último es lograr que se involucren en su propio aprendizaje.


Ed Dunkelblau, ex presidente de la Asociación de Humor Aplicado y Terapéutico dijo:


El humor construye una relación de aprendizaje a través de la confluencia alegre de la cabeza y corazón. Pero también es un hecho que los docentes no son entrenados en ninguna parte del mundo para recurrir al humor en sus clases. Por eso resulta muy útil la participación de expertos de la comedia en la búsqueda de las mejores prácticas para utilizarla en el salón de clases.


Sofía García-Bullé describe así las dificultades para utilizar el humor en el aula:


Hacer reír no es tan fácil como parece, es necesario partir de una base común, generar una conexión con el grupo. No es tan simple como “caer bien”, es necesario hacer uso de habilidades como inteligencia social, inteligencia emocional y empatía para leer el lugar, saber cuál es el ánimo del salón; si responderán mejor a una breve broma blanca o a una anécdota personal que ejemplifique la importancia de usar acentos.


García-Bullé sugiere:


Manejar la información en unidades concisas, breves y con contenido entretenido, puede hacer mucho para mejorar el nivel de atención en los estudiantes.


La colaboradora del Observatorio de Innovación Educativa nos explica más profundamente los mecanismos neurológicos del humor en el aprendizaje.

El humor activa la dopamina y el sistema de recompensa en el cerebro, esto es clave tanto para la motivación como para recordar los conocimientos transmitidos por un docente. Gracias a esta reacción química, una memoria adquirida en un momento en el que el alumno estaba divirtiéndose o pasando por una experiencia positiva, será recordada por más tiempo y generará conexiones cognitivas que faciliten el entendimiento de la información.


Por todos estos motivos, creemos que ha llegado el momento de apoyar con anécdotas divertidas cada lección para asegurarnos de que será recordada.


Fuente original: redmagisterial.com

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